viernes, 22 de noviembre de 2013

AGRADECIMIENTO A IGNACIO FERNANDEZ CANDELA (IGNACIO F. CANDELA)

     Hablar de Ignacio Fernández Candela es como hacer un ejercicio de retrospección, de vuelta al origen, a la pureza virginal. Como cuando uno se escapa de una gran ciudad  abrumado por el estrés y el agobio, para  toparse de golpe con la relajante inmensidad de la agreste montaña, cuyos picachos y farallones que recortan majestuosos las alturas, te llevan por no se qué extraño sortilegio, a tocar y fundirte con los cielos. Porque Ignacio te transmite eso, elevarte a otra dimensión, al espacio vital donde sólo habitan las almas nobles y los espíritus destilados por el sufrido oficio de vivir. Tocar su alma es como beber de las frescas aguas, sin saciarte nunca, de los cristalinos manantiales que brotan por doquier, entre los peñascos de las laderas, arropados siempre por el mágico encanto de los bosques y el fulgor verde de las hayas, abedules y serbales…

No me equivoqué cuando decidí elegirle a él, precisamente a él, entre varios otros escritores posibles, para que su sabia pluma esbozara con un prólogo mi modesta obra. Y acerté, ya digo. Ignacio ha sabido diseccionar, como lo haría el más experto de los cirujanos, los perfiles de mi alma. Pero más allá de lo palpable, de lo evidente, también se atreve con lo que no se ve, como un brujo hechicero que conoce a la perfección los ancestrales arcanos de la condición humana.


Ignacio F. Candela es un grande. No debe preocuparse por el reconocimiento universal. Éste le llegará aunque él no quiera. Está destinado a protagonizar grandes cosas

Prólogo de Ignacio F. Candela a mi novela:    

    Un largo viaje dimensionado en el alma por la descripción de esas experiencias que engrandecen el corazón. Es ese itinerario previsible de un escritor que sabe apuntalar las emociones con la certeza de una imaginación adaptada a una sorpresiva realidad.
De cuando crucé los Pirineos aglutina la espectacularidad de una descripción excelentemente medida en el ritmo de los acontecimientos y una virtuosa conjunción de recursos narrativos, al trasluz de los recuerdos entrañables que posibilitan la sensación de asistir a la lectura de una gran novela creada con virtuosa sensibilidad.
Desde la reflexión de una conciencia despierta, el lector se adentra en una miscelánea de pensamiento relatado que recorre los acontecimientos históricos sobre los que se levanta la civilización del Siglo XXI, tan duramente forjada tras los acontecimientos de la primera mitad del Siglo XX. Una travesía en el tiempo que compendia las abundancias y las carencias de un mundo insostenible, en apariencia, pero que siempre emerge de sus traumas como si el renacer formara parte de la obligatoriedad de la decadencia.
En cualquier caso, Charneguet (José Rodríguez Gómez), transforma en notorio lo inadvertido con esa entereza de espíritu propia de quien es testigo sin pretender el protagonismo que nubla la naturalidad de lo genuino.
De cuando crucé los Pirineos, es una miscelánea de sensaciones dispares, antitéticas y parejas, un laberinto agradecido del que siempre se sale y otorga la diversión de las orientaciones sin la angustia del extravío. Esta obra excelente es un talismán conformado de las reflexiones más controvertidas con el humor de lo experimentado; un original ejercicio literario capaz de convertir en anecdotario las situaciones más truculentas de las que no hemos de olvidarnos para no repetir nefandas experiencias históricas. Nos lleva la sonrisa al corazón en tanto rememoramos aquellos hechos que deben perdurar en el alma colectiva, para que cobre identidad el sacrificio y la compensación al esfuerzo personal y del mundo que lucha por ser junto a nosotros mismos.
En definitiva, De cuando crucé los Pirineos traspasará las fronteras para quedarse en el íntimo fuero de su lector, con la impresión de haber participado de sus excelencias e identificado con su autor que ágilmente habrá acompañado un viaje cuya lectura es una delicia literaria con carisma, carácter y frescura sorprendentes.

En estas páginas se descubrirá que los Pirineos son las fronteras imaginarias de un universo creativo hecho a medida de nuestros sentimientos, en un orbe donde nuestros semejantes, los verdaderos, son como nosotros mismos.
 Ignacio F. Candela.  Escritor-Crítico literario


Extracto de la novela


La de aquel año fué una gran cosecha, tanto en cantidad como en calidad. Eso se notaba en la cara de satisfacción de los patronos. La vendimia marchaba a buén ritmo y el trajín de los tractores era constante. La cooperativa no daba a basto, hasta se podía observar las enormes colas de tractores que seguian el riguroso orden para las descargas, mientras, dos técnicos, se supone que ingenieros agrónomos, seguian tomando muestras de las uvas, para contrastar luego en los laboratorios, los taninos, los grados de acidez y el nivel de azucar, su calidad en suma, pero importante también, la zona de donde provenian los racimos. Ya habíamos llegado al ecuador de la campaña. y tanto la villa de Minervois, como los patronos, como los vendimiadores, se preparaban para la gran "fete de la vandange" ; la fiesta suprema para todas aquellas gentes laboriosas que durante todo un año, habian vertido mimos, sudores y dineros a sus vides y que ahora se disponian por fin, a recoger el fruto de tantos esfuerzos...Ignotas razones me decian que aquel evento en torno al vino, tenía algo de ancestral...varias veces pregunté en cuanto tiempo se remontaba aquella celebración y nadie se atrevió a darme una respuesta veraz..Parece que la historia ya venia de los galos, pero que se perdia en los anales del tiempo...

Se habia dispuesto un espacio para la velada de baile que empezaba sobre las seis de la tarde. El entarimado para la orquesta frente a Mairie, estaba listo...y a uno de los lados, el inevitable ambigú...Ya durante el dia, desde primeras horas de la mañana, se habian hecho ver y escuchar las majorettes, algo que yo nunca antes habia visto y la verdad es que me sorprendieron...Luego estaban las partidas de petancas, concursos de tractores y no cuantas cosas más...Mi compañero Ignacio y yo, recorriamos el pueblo de arriba abajo y nos parábamos en todas las actividades deportivas o culturales. Varias veces entramos en el club, al igual que lo hacian los demás jóvenes. Casi se diría que éramos nosotros quienes les seguíamos la estela. Tras ellos, siempre presente el juego inevitable del mariposeo juguetón de las chicas que era al final, lo que más me interesaba. Habian dos grupos claramente diferenciados entre los jóvenes. Unos, que englobaban edades hasta los quince más o menos, y otro más heterogéneo, a partir de esa edad, si bién habia algunas chicas que por su desarrollo físico, alternaban los dos grupos, indistintamente.

A una y otra parte de la calle principal habian grandes bancos de piedra entre la acera y la calzada. Y entre ellos, enormes árboles que a mi me parecian centenarios y también amplios espacios para estacionamiento de los coches. El trasiego de autos de los chavales era incesante, mientras unos aparcaban, otros salian en rápidos acelerones. Yo alucinaba con aquel poderio motorizado...¿De donde habian salido tanta juventud y tanto vehiculo?...!Como me habría gustado conducir cualquiera de aquellas máquinas!...En esos momentos no hubiera deseado otra cosa. Pero tanto Ignacio como yo, nos teníamos que conformar con ser meros espectadores de unos acontecimientos protagonizados por otros...En las incesantes movidas, las chicas se sentaban sobre las rodillas de los chicos con una naturalidad que a mi me parecia impudorosa...cosas de la educación recibida, ya sabeis...Luego se besaban, !Pero en la boca!. No era extraño que una misma chica, repitiera los mismos escarceos con chavales distintos en cuestión de minutos, lo que me hacia alucinar todavía más...Y todo el mundo contento y todo el mundo feliz...!Joder con los franceses!...Al reves que en España, en Francia no existia el concepto "paleto". Ninguna diferencia esencial habia entre las gentes de una gran ciudad y un villorrio como aquel. La igualdad estaba garantizada, tanto en la educación, como en la libertad, como en poder adquisitivo y protección social. Eran magnitudes que yo acertaba a valorarlas con cierto criterio. Pese a todo, yo no estaba preparado, así lo creí entonces, para vivir en una sociedad con aquel grado de libertad. Mi machismo excesivo pese a mi escasa edad, me hubiera traicionado a las primeras de cambio.

Odette era una bellísima joven cuyos ojos entre azules y grises, me hipnotizaron desde el primer dia que la vi...Cuando la conocí llevaba el pelo recogido a moño, sujeto en una especie de cofia o gorro. La parte que no, le caia por las sienes a modo de mechones dando a su rostro un aspecto todavia mas juvenil y risueño si cabe. A la agreste belleza de los ojos, le acompañaba el magnetismo de una mirada que derretía. Resaltaba sobre la cara, la húmeda sensualidad de la boca, perfectamente dibujada por unos labios que a mi se me antojaban perfectos, como hechos expresamente para besar y morder...Daba la sensación de que toda la sexualidad que emanaba de aquella hembra, se concentrada en aquel rostro y aún más, en su boca... Odette tenia unos dos años mas que yo, sobre los diecinueve o así. Era pués, para mi una mujer hecha, al contrario que yo, que todavía me veia como un proyecto y eso se notaba en la torpeza de mis relaciones, sobre todo con las chicas. Odette habia iniciado ya los estudios universitarios en Carcasonne, pero en el periodo vacacional vendía pan en el negocio familiar...Desde la primera vez que fuí a comprar a aquella "boulangerie", raro era el dia que yo fallaba a la cita. Siempre era ella la que salia a atenderme...En alguna ocasión que salió la madre la escuché...!Laissez moi, mama! !Je l.atendrais!...Sabia que habia algo en mi que la gustaba, mi intuición me lo decía, aunque no acertaba a definir que...A las mujeres entonces no las conocia...aunque a decir verdad, tampoco he avanzado mucho en este aspecto...hoy 40 años después, sigo sin conocerlas....
-¿Como te llamas?..acerté a preguntarla en un arrebato de valor..
-!Odette!...me contestó prolongando graciosamente la "t".
-¿Odette Bardot?...Inquirí yo desplegando una mundología de la que evidentemente carecia...Soltó unas risas que confirmaban que mi ocurrencia le habia hecho gracia...Aquello me animó...
Todas las tardes despues de la dura jornada de vendimia, Ignacio y yo salíamos por la tarde un rato...Ibamos al club y luego dábamos una vuelta por donde estaba la movida joven...A Odette la solia ver en el grupo de los más mayores acompañada por un chaval de su edad o quizás algo más mayor, con cierta asiduidad y también ocasionalmente por otro...A veces se cruzaban nuestras miradas a la vez que nos intercambiabamos sonrisas y algún que otro guiño de complicidad...Aquello para mi, era casi como tocar el cielo...
-!Que buena está la panadera!...solía decirme Ignacio...
-!Si que lo está!...asentia yo...!Que lejos estaba de imaginar mi compañero de fatigas que aquella atractiva rubia ocupaba toda mi cosmologia erótica...

Hacía dos o tres horas que la orquesta nos obsequiaba con sus sones y la noche se nos habia echado encima casi sin darnos cuenta. La gente seguia bailando y bebiendo... mientras, Ignacio y yo nos conformabamos con ir de tristes comparsas de la fiesta y más solos que la una...pero !joder!, Odette al menos me alegraba la vida...¿Donde podría estar?...No podía evitar, entre el tachín, tachín del baile, lamentar que toda mi aspiración erótica se reducia a inrercambiar alguna que otra sonrisa con Odette. Pero todavia habria de esperar un buén rato para ello. Sobre las diez y media o así, casi en la esquina de la barra del ambigú, pude por fin detectar mi oscuro objeto de deseo...alternaba junto a un grupo de amigos soplando "pastis", bebida alcohólica parecida al aguardiente, muy popular entre los franceses. Entre ellos, como no podía ser de otra manera, a su puto amigo...!Cago en dios!...!Que plasta de tio!...supongo que aquellos ridículos celos, eran los últimos tics de la niñez.
Odette, lucia ahora el cabello en forma de melena, así como la de Francoise Hardy, y vestia una falda estrecha más bién corta que le remarcaba todavía más su ya esbelta figura...completaba el atuendo con una especie de blusa blanca recortada que le dejaba desnudos los hombros...Me pareció que tras la delicada prenda, sus turgentes senos, se movian libres a falta de sujetador, lo podría afirmar porque que los pezones se le marcaban inhiestos sobre la delicada tela...!Apuntan arriba!...me decia el Ignacio...!Dios que guapa iba!...Si en el amor hubiera habido alguna diosa de verdad, no virtual como las griegas, esa era ella, sin ninguna duda...
Observándola deduje que buscaba a alguien entre la gente, actitud que persistió hasta que nuestras miradas se cruzaron...Tras el fugaz encuentro visual, una amplia sonrisa de satisfacción se dibujó en su rostro. ¿Era yo el objeto de su búsqueda?...Ni me lo planteaba, esa es la verdad. Pero me equivocaba de punta a punta, porque el objeto de sus presurosas pesquisas era precisamente quién esto escribe...

Con cierta discrección Odette se habia separado del grupo al tiempo que me hacia con la cabeza un sutil gesto de acercamiento...Dejé a Ignacio con el vaso de refresco en la mano y le dije que me esperara...
-!J,ai un cadeaux pour toi!...me susurró cuando estuve a su altura..
Dubitativo, por no decir torpón, asentí con un interrogativo ¿Oui?...En realidad solo era un subterfugio con el que trataba de ocultar mi más que notoria inseguridad y nerviosismo...
-!Viens!...me dijo en un tono imperativo y sugerente a la vez, mientras me tendia una mano...
Me dejé llevar como un caniche...así nos fuimos alejando entre callejas hasta llegar al lugar donde se hallaba estacionado su "dos caballos", uno igual que el de Phillippe. De sopetón, me empujó contra el auto al tiempo que rodeaba mi cuello con los dos brazos...luego juntó su boca a la mia y me regaló un beso largo y dulce con sabor a "pastis"... Era la primera vez que una boca femenina se fusionaba con la mia...pero solo era un preludio de lo que vendria después.
Me invitó a subir al auto y ya sentados, me dió otro beso, ahora más corto, como de emergencia, como si temiera perder la magia que nos envolvia si no lo daba...Luego arrancó el coche y nos dirigimos hacia algún lugar que ella previamente habia dispuesto, pero no más de medio km. de Minervois, porque los sones de la orquesta todavía nos llegaban con nitidez. Después apagó el motor y descendimos los dos. Odette me volvió a regalar otro beso que me parecío inmenso, siguiendo las mismas pautas del primero, empujandome contra el auto y rodeandome el cuello con sus brazos, pero ahora si, desarrollandolo con toda la intensidad y plenitud de su erótismo. Me sentia a su merced,. yo era suyo y mi sumisión hacia ella era absoluta...extraña posición ésta que me hacía sentir dominado y dominador a la vez..
Cual experto militar, Odette, sin dejar de besarme, evaluaba con movimientos tácticos muy precisos desde otras zonas de su cuerpo, toda mi potencia de fuego. Yo empece a hacer lo mismo aunque de manera mucho más tímida. En un momento, cuando ella lo consideró, nos ubicamos en la parte trasera del vehículo invadidos ya por un deseo irrefrenable y ardiente de fundirnos...En segundos ya le habia retirado la blusa...aquellos pechos tan intensamente codiciados en mis citas con Onam, quedaron del todo libres...eran mios...!Dios como los poseí!...Los acaricié, los apretujé, los succioné y los mordí hasta causarla dolor...un dolor que Odette, me pareció disfrutaba con insana placidez...
Llegado el momento, adoptó una posición mas acorde para recibir mejor la siguiente etapa que se avecinaba. Mi mano, tras abandonar la voluptuosa orografía de los senos, se dirigió presta hacia la zona más sensible de su anatomía...su sexo...el santo Grial me esperaba...
Mis dedos penetraron sus braguitas por arriba y pronto toparon con la espesa mata del ensortijado vello. Fué una exploración lenta, intensa, exhaustiva, sin limitación...pienso que Odette, consciente de mi bisoñez, se dejó hacer...Nunca olvidé aquella húmedad venusiana impregnada de cálidos y viscosos fluidos...ni de los intensos matices táctiles y olorosos, plagados de fragancias hasta ahora para mi desconocidas. Y de como llegaban al resto de mis sentidos a través de mis dedos, que hacian de portadores de la valiosa mercancia...
En un momento del fragor sexual, Odette fijo su mano sobre la mia y senti su suave presion que tendia a dirigir el lance con precisos y suaves movimientos. Momentos después, la armonia entre ambas manos era total, lo que aprovechó Odette para retirar la suya y dedicarla a otros menesteres...mi inhiesto miembro hacia rato que la esperaba.
Los jadeos de Odette se fueron haciendo cada vez más profundos y más intensos. Notaba como la cadencia de su respiración la marcaba el ritmo de mis caricias. No sabia entonces que aquel abandono progresivo de si misma, de laxitud creciente, no era sino el feliz tránsito hacia esa otra dimensión, donde se expresaban los otros sentidos, el de los placeres mas sublimes. Recibí su orgasmo en un mar de sensaciones contrapuestas. Por un lado, mi boca bebia de la suya, mis dedos se diluian entre las cada vez vez más débiles contracciones de su sexo y mi miembro se rebelaba frente a la opresión axfisiante al que le sometia la mano de hierro de Odette. Cuando me disponia a ejecutar el asalto definitivo... !el castillo ya era mio!...un cambio tactico imprevisto haria variar radicalmente el normal devenir de los acontecimientos. Odette, antes de que yo la pudiera montar, se arrodilló frente a mi parte noble...tomo mi miembro erecto y se lo introdujo en su boca. No me dió tiempo a la queja. o más exacto, las quejas se fueron diluyeron entre los recovecos de su boca y la frenética actividad de su lengua...!Ella sabia lo que hacia!...Tras una breve pero intensa labor de artesanía, descargué en su boca hasta la última gota de mi semen. Su boca quedo inundada de mi pegajoso nectar, pero que ella tragó con sibarítico deleite hasta la última gota. El festín lo remato con la punta del dedo índice y un relame final de la lengua en ambos labios. Era lo que ella queria.
Volvimos a la fiesta no sin antes separarnos. Yo entré por un lado...allí me esperaba todavía Ignacio con el refresco en la mano. A Odette la vi por el otro lado, como se integraba con sus amigos. Su amigo la esperaba...
!Hostia! !Si que has tardado!...!Ni que hubiera sido a tu noche de bodas!...No imaginaba Ignacio lo cerca que habia estado de ello.


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DE CUANDO CRUCE LOS PIRINEOS


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