viernes, 30 de marzo de 2012

UN DIA EN EL COLE


¡Riing! ¡Riing! ¡Riing!

-¡Vamos, Adri, para arriba! ¡A levantarse! ¡Que llegamos tarde al autobús!..

-Ya voy, mamá! ¡Ya me levanto!..le respondía el chavalín desde la cama mientras se hacía el remolón.

Varias veces se repetía esta llamada, hasta que por fin empezaba a vestirse. Pero no solamente habia razones de sueño -Adrián acostumbraba a acostarse tarde. Casi siempre se quedaba dormido en el sofá viendo la tele, hasta que su padre se lo llevaba a cuestas a la cama-la otra razón es que no le gustaba la escuela, ni las clases, ni sus actividades, ni nada que tuviera que ver con las obligaciones, que era lo peor…Si acaso, le gustaban las excursiones y para de contar.

-Jolín! ¡Otra vez!...!primero las mates, luego la lengua, el ingles, la música, el Cono!…!Que rollo! ¡Siempre lo mismo! ¡Estoy harto! ¿Cuándo llegarán las vacaciones?..repetia una y otra vez como si de una cacatua se tratara.

Aquella mañana, la profe de Naturales, mostraba a sus alumnos un video-reportaje, sobre el mundo de los peques en varios lugares del mundo…

-¡Mirad aquel grupo de niños!.. explicaba. Llevan orces con agua..Los hay de hasta de cuatro años que apenas si pueden llevar una botella. Son niños africanos…

-¿No van al cole?...inquirieron algunos niños de la clase bastante impresionados..

-No pueden…alli no hay colegio. Pero aunque lo hubiera, tampoco podrian ir. Los niños deben ayudar a sus padres casi desde que empiezan a andar…Cada dia esos niños caminarán varios kms para recoger y llevar agua hasta sus chozas…

¡Mirad estos otros!…Son de Mejico..Eso que veis son inmensos basureros. Y mirad cuantos niños se encuentran rebuscando entre los detritus. Allí mismo viven en chamizos de carton…

-¿No van a la escuela?..

-No, ellos tampoco van a la escuela…de aquel lugar no salen. Los más afortunados estan junto a sus padres que también trabajan alli, pero otros no tienen tanta suerte. La mayoría son huerfanos, los llaman niños de la calle. Otros, todavía mas desdichados, han sido vendidos por sus padres a gentes sin escrúpulos porque no podian darles de comer…

Luego apareció una especie de hipódromo de algún pais árabe, con unos camellos que eran montados exclusivamente por niños. Algunos de ellos eran tan pequeños, que apenas si podian subirse a una cama. Los ataban a la silla de montar para que durante la carreras no se cayeran. Pese a todo, muchas veces caian de su montura y quedaban malheridos o muertos, entre los gritos exaltados de los apostadores.

Después, hasta la hora de patio, se mostraron varios reportajes de distintos lugares…de Filipinas, de Perú, de la India…pero ni Adrian ni ninguno de sus compañeros le quedaron ya ganas de preguntar a la profe si aquellos niños iban o no al cole. Quedaron enmudecidos y paralizados por el espectáculo que estaban viendo.

Al dia siguiente, en casa de Adrian, sonó el despertador como cada dia…

¡Riing! ¡Riing! ¡Riing!..

-De un salto y sin esperar, Adrián se puso en pie sobre la cama…

-¡Mamá! ¡Ven!...!Quiero decirte una cosa!...

-Solícita, su madre se acerco hasta la cama y mientras extendía los brazos, Adrian le preguntó:

-¿Sabes lo que mas me gusta?..

-No, si no me lo dices…

Adrian acercó los brazos hacia su regazo, la rodeó el cuello, y casi como un susurro, le dijo al oido:

-Mamá, lo que mas me gusta es ir a la escuela.

jueves, 22 de marzo de 2012

COÑOS

Este post es con diferencia el mas leido o visto, vete tu a saber, de cuantos he escrito. No se si es por la cantidad de salidos que pululan por el mundo, entre los que me incluyo, o por mi indecencia presuntuosa sobre unos supuestos valores literarios, que vistos en perspectiva, no van más allá de la bragueta de cada cual.

La cosa va de coños y es que el guante lanzado por el Capitán General de Flandes, el Excmo Sr Jose Luis de Valero, bien merece un post, o una misa, segun se mire...Yo, pese a mi recien estrenada condición de príncipe de la Iglesia !Cardenal nada menos!, cuyo capelo entregome y colocara sobre mi nuca, el Nuncio Enciclopedista, el cardenal Tellagorri, líbreme Dios de lanzar una encíclica en toda regla sobre algo tan serio...La solemnidad y el boato que acompaña tal dignidad, me resbala, así que la cosa la ceñiré en una más que modesta homilia, siempre más cercana y familiar que un tratado conciliar...


Visuales, olorosos y táctiles, sin prescindir del gusto...hete aquí los sentidos, las piedras angulares que completan el mapa de una líbido bien establecida y estructurada...El del oido, aunque también, siempre lo hace de una manera indirecta, clandestina si se quiere, como la de un furtivo en un evento, pero que luego, eso si, adquiere hechura y protagonismos propios como el de cualquier otro invitado...Como la presencia del inevitable canapero gorrón, una figura aparentemente molesta, pero que al final, se integra y forma parte de la tramoya. El sentido del oido induce, eso si. Recuerden sino las melodiosas y vibrantes marchas de los gaiteros escoceses en los preliminares de un combate, cuyas notas, armonizan, templan y potencian los ardores guerreros. Pero hablamos de coños, luego las sinfonias percibidas han de ser diferentes.
Nada más sugerente y electrizante que unos dedos temblorosos en busca del encuentro de un coño excitado, caliente que se dice...No importa por donde se inicie la exploración, si por encima de la braguita, por un lateral o por la parte de atrás. La sensación de sortear la costura del encaje, siempre algo más dura que el resto de la prenda, produce el mismo impacto que la toma de una almena...Luego, como diría el invasor, el castillo es mio...Inenarrable el primer contacto de las yemas de los dedos con la densa mata de vello; tienes la sensación de que venias explorando por suaves, ondulados y dulces páramos para, de golpe, topar con un frondoso bosque tropical, donde las humedades se perciben en oleadas exóticas siempre cargadas de matices misteriosos que te invitan a seguir explorando con mucha más fruición, con más premura y con más celo...Algo así como si el mitico El Dorado te estuvira esperando.
La primera vez que me topé con un coño poblado de un pubis rubio me quedé perplejo. Hasta entonces siempre habia visto que la pelambre de una mujer era negra o algo más clara, pero sin perder su condición oscura. Aquella mata de vello rizado era densa, como las otras, pero al ser amarillenta sobre un fondo de piel blanca y sonrosada, como que resaltaba menos, como más liviano. La misma impresión me causó cuando apenas percibí una leve tonalidad entre el exterior y el interior de aquella endidura. Aquel coño me parecía menos voluptuoso, menos impúdico, como menos coño se diría, no se porqué. Esto lo deducía mientras me lo comía con el mismo impudor y obcenidad que siempre hice gala, eso si, entre los gruñidos y gritos inconexos de la moza.
Me he comido muchos coños...extensos, concisos, exuberantes, breves, recogidos, prepotentes, lujuriosos, obcenos, ralos, chorreosos, húmedos, calentones, retadores, sumisos...siempre a tono con sus pelambreras. Desde los más rizados montes, hasta los más frondosos valles, a veces, dentro de un mismo e incomparable ecosistema. Desde de las onerosas y cálidas grietas, hasta las grutas más recónditas. Tierras exóticas todas, que siempre esperaban la llegada de un intrépido explorador que las ollase. Allá supe de la "alquimia de las soluciones salinas" que diría Dams y de que los ecosistemas del placer, en el de la mujer mucho más, no debe ser modificado de manera artificial so pena de desnaturalizarlo...Lavando si, pero Lavanda, no, sería el lema...
Mas tarde también supe que en las Salinas también estaban las soluciones, sobre todo en las de Ibiza, pero esto aconteceria años más tarde.
El vello púbico siempre produce un especial impacto entre determinados machos, entre los que me cuento. También entre algunas hembras. Pero no seré yo quien renuncie a ningún coño. Los afeitados son los que menos me impactan, si acaso, salvaría el placer de afeitarlos. Los semiafeitados, por contra, se me antojan como una especie de híbridos, que a semejanza de las mulas, no dejan de ser un sucedaneo que devalúan o rebajan la intensidad de ciertas líbidos.
Tuve la suerte de tener una hembra oriental, china, para más datos. Impactante era su vello púbico, negro como el azabache, densamente poblado, lacio y recio como escarpias...Uno de sus placeres era que le eyaculara sobre la pelambre. Solía visionar con indescifrable placer el contraste de mi semen, blancuzco y semisólido, salpicando su negrísima mata de vello...luego con los dedos, esparcía con fruición el semen sobre su coño en una especie de ritual que nunca acerté a descifrar. No se si para compensar la finísima capa, también blancuzca, que sus cálidos y abundantes fluidos, dejaban alrededor de mi verga cada vez que follábamos.