lunes, 7 de febrero de 2011

EL HIJO DEL CURA


Estábamos en pleno devore del suculento bocata que cada mañana solian prepararnos, no diré el nombre del bar, pero si que estaba en Santa Eulalia, en Ibiza, cuando alguien pasó por la acera más pegada al establecimiento. Las cristaleras del bar daban a las dos calles, luego podía verse desde dentro cualquiera que pasase...Un ibicenco, que formaba parte del grupete de currantes lo vino a señalar, pero acompañando la acción con un descarado gesto de complicidad y no menos cautela.
-Ese es el hijo del cura...dijo susurrando.
-¿El hijo del cura?...preguntamos los demás al unísono, tres o cuatro, no recuerdo cuantos éramos.
-!Si, si, el hijo del cura!...lo recalcó con una convicción que no admitía duda.
Decir aquello de un cura, en aquella época, eran palabras mayores. Franco todavía vivía y en la isla, los aires de cambio apenas si se notaban pese a la marabunta hippy que estaba en pleno apogeo. La Guardia Civil se cebaba con aquellas extranjeras que con toda inocencia, se atrevian a mostrar sus exuberancias tras los exiguos biquinis, cuando no el tetamen libre de toda prenda limitadora, a excepción de la braguita, que si permanecería en su lugar todavía algunos años más.
Casi se podria afirmar sin el menor resquicio a la duda, que en Ibiza, en esa época, se estaba dando cita, aunque sin mezclarse, dos grupos sociológicos de distinto origen. Por un lado, la movida hippy, totalmente foránea, que representaba la vanguardia social mas revolucionaria conocida hasta entonces y que preconizaba una genuina vuelta a los orígenes, quiero decir a una vida de integración total y absoluta con la naturaleza...por el otro, la sociedad propia ibicenca, la autóctona, que no necesitaba ninguna vuelta de nada porque vivian ya en ella. La diferencia entre ellas radicaba en los montantes monetarios que manejaba cada grupo social, o sea, su poder económico... Mientras los "jipis" vivian la naturaleza a expensas de los giros mensuales que recibian de papá, los de aquí, se las veian negras para extraer de aquel inhóspito medio, el minimo sustento. Aunque la pobreza exterior eran equiparables, las diferencias entre ambos grupos sociales eran abismales. Si unos provenian de una sociedad que acababa de pisar la luna, los de aquí apenas si habian evolucionado desde la época de Cristo, tal era el atraso secular de los isleños. Dos mil años les separaban y casi me atrevo a decir que me quedo corto...En determinadas zonas de la isla, las transaciones de bienes se realizaban con montoncillos de monedas, las de diez céntimos de la época, que estaban retiradas de la circulación, la de dos reales y las de peseta, incluido los gastadísimos billetes de peseta y cinco pesetas...yo fuí testigo de alguna.
-¿Como que es el hijo del cura?...!Explícate!...casi le exigimos a la vez.
El lenguaraz ibicenco, con la suficiencia de quien maneja un arcano que solo él conoce las claves, nos fue desgranando las pautas de una "tradición" ancestral, que de tan antigua, se perdía en la profundidad de los tiempos.
-Todas las mujeres de la isla -prosiguió- antes de casarse o previo al matrimonio, debian de pasar en la casa del cura, dos semanas de ejercicios espìrituales...Entiéndase las semanas integras, con sus dias y sus noches. El poder del cura era omnímodo y el terror que emanaban las sotanas sobre aquella población indefensa, famélica, atrasada e ignorante, era absoluta. El asunto se aceptaba como un mal necesario e inevitable, como única forma de evitar males mayores, la voluntad de Dios se diría...Lo habitual era que la chica quedara preñada y al primer vástago, se le llamara el "hijo del cura"...toda una institución en la historia negra de Ibiza, o blanca, según se mire..la endogamia entre los isleños era profunda y la aportación de nueva sangre por los curas peninsulares, venia a paliar de alguna manera el marasmo congénito...
-!Dios mio!...!Aquí el derecho de pernada lo tenian los curas!...!Y lo tienen en vigor hasta el dia de hoy!...estuve a punto de preguntarle si su madre también habia pasado por ello, pero por fortuna me contuve...
Entre la incredulidad y la sorpresa, cuando no el asombro, aquel nativo, nos fué relatando docenas de anécdotas relacionadas con este insólito Derecho de Pernada o de Sotana, más bien. En Ibiza había unas veinte parroquias con Iglesia, cementerio y casa del retor, una al lado de la otra. Cada una de ellas era un feudo y la casa del cura, un picadero que controlaba deteminada población, la mayoría dispersa en caseríos, a excepción de los nucleos importantes como Vila, (Ibiza), Santa Eulalia, San Antonio. El resto, San Juán, Jesús, San Rafael, Santa Gertrudis, San Carlos -donde moraban los "jipis"- San Miguel, San Agustín, San Mateo, etc, todo nombres de santos y santas, lo que dan una idea de hasta que punto la Iglesia tenía minada la isla.
Después, durante algunos años, intenté sonsacar la historia del "hijo del cura" con algunos ibicencos. Si cierto es que todos lo admitian, ninguno queria abrir el tema, zanjando la cuestión con un vago "eso era antes"...
Pero si tuve ocasión de "asistir" indirectamente, a una fuerte discusión entre varios hermanos en los aledaños de un bar, por algo que me pareció sobre alguna herencia...De uno de ellos surgió la frase maldita...tu eres el "hijo del cura", mientras los demás asintían...
En el fondo tampoco fué tan grave, digo yo...Por una vez, las mujeres podían follar a discrección sin que las tildaran de putas. Y encima bendecidas. Bueno, voy a trincarme un Marqués de Velilla...Va por el hijo del cura...

12 comentarios:

aspirante dijo...

San Fornicio nos asista!
Quién lo hubiera dicho!
Que una antañona tradición como el derecho de pernada haya sobrevivido hasta nuestros días!

Lo que es de suponer, es que hubiera muchas vocaciones en la isla.

Manuel dijo...

Excelente relato Charne, y la verdad es que personajes como este “hijo del cura”, los ha habido en muchos pueblecitos de nuestra geografía, allá donde ejercían su “apostolado” y el caciquismo curillas avispados de buen comer y mejor holgar, que tenían asegurado su sustento metiendo miedo con las penas del infierno para los pecadores, erigiéndose en redentores de los pecados ajenos mediante una bula que solo ellos podían dispensar.
Un saludo

charneguet dijo...

Y con todo vigor, Eminencia...No creo que hubieran muchas vocaciones en la isla. El nivel educacional casi era practicamente inexistente y la economía de la isla era de la más cruda subsistencia. Menos para los curas, que gozaban de todas las prebendas alimentarias, además de los coños de las nativas.

charneguet dijo...

Estoy seguro, D. Manuel. Solo que en Ibiza, no eran casos aislados, sino todo un derecho instituido y ejercitado y dudo que las jerarquías eclesiales desconocieran los hechos que se remontaban a siglos, desde principios de la Edad Media, cuando llegaron los primeros curas. Antes, estaba la cultura Púnica...

Sor Amparo dijo...

Digame eminencia...La señora del payes terrateniente tambien tenia que pagar el impuesto o acudia por devocion.....

charneguet dijo...

Mi querida Sor Amparo, bien decís de la señora del payés terrateniente...Pienso que esas acudian las primeras. El "impuesto" sotanil les venia de perillas para tapar la auténtica devoción de estas feligresas....!A ver cuando me toca!...las campanas, digo...!Menudo incordio para el payés el estar siempre pendiente del repique de las campanas...!Tilín! !Tilín!...
!No, todavía no toca!....!Tolóon...!Tolóon!...!Ahora!....!Menudo badajo gastaba la campana!...

Anónimo dijo...

Eso no es nuevo. Durante la Edad Media los sacerdotes podían abusar sexualmente de las mujeres, pues luego bastaba con acusarlas de "haber usado hechicería en su contra" para seducirlos, para que las víctimas acabaran en la hoguera y los culpables, previo simulacro de confesión y arrepentimiento, fuesen perdonados y rehabilitados.

Con esos precedentes, supongo que el derecho de pernada del que hablas se lo tomaba la población como un mal menor para calmar los ardores del cura.

Natalia Pastor dijo...

Siempre se ha dicho aquello de "no digas nunca de este agua no beberé y este cura no es mi padre".

charneguet dijo...

Querido Dams, eso pasaba solo con las brujas inocentes de los madrigales, que también las habia. Las más largas, se afanaban a los obispos, a los corregidores y a los inqusidores, quienes eran simples peleles en sus manos. Eso si, sin que se enteraran.

charneguet dijo...

Querida Natalia ¿Quien lo podría afirmar, al menos los de mi generación y anteriores?...Por falta de Hostias no quedó. !Voy a confesarme!...!Dime, hijo mio!...Y siempre le quedaba a uno el poso...

Sor Amparo dijo...

Lo que hubiera disfrutado el señor Dadaista en su parroquia de Santa Ines....

charneguet dijo...

!Ah, Sor Amparo!...Vos siempre tan suspicaz y paregrina...Pero cierto. Presumo que nuestro buen amigo Dadaista, hubiera disfrutado como un enano en cualquier parroquia de Ibiza. Es tan...¿Como diria yo?...tan versatil, tan inconcreto y a la vez tan lo contrario, que encontraría campo abonado para culquier opción por controvertida que se presentara. Nada que ver con Vos, querida Sor, tan exigente siempre con vuestro apostolado. Aquella Ibiza se le quedaría pequeña. !Curillas de parroquia!...No le duraban un padrenuestro...Roma, en cambio, oiga, como un guante.